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Cueva de la Matea: una maravilla bajo el suelo de Mula

Publicado: 15-06-2015
Escrito por Cuevas de Murcia

Con puntualidad británica, a las 9 de la mañana del sábado 13 de junio los 10 asistentes a la quinta visita del proyecto se reunieron en un bar de la localidad de Alhama de Murcia. Tras desayunar en el establecimiento y la reagrupación en varios coches, pusimos rumbo a la cueva de la Matea.

Media hora después llegamos al lugar donde se aparcan los vehículos para comenzar la bonita aproximación hasta la cavidad ascendiendo el llamado barranco Intermitente. Tras un recorrido de 40 minutos y casi 100 metros de desnivel positivo nos situamos en la boca de la sima, donde los dos técnicos procedieron a la instalación de un pasamanos de unos 30 metros de recorrido fraccionado en 7 partes y una escala en la parte más vertical para ayudar en la bajada y subida.

Una vez reagrupados abajo comenzamos un recorrido laberíntico por las distintas salas de la cavidad observando sus bonitas formaciones, algo deterioradas por la acción de visitantes inexpertos. Durante el recorrido pudimos disfrutar de bonitos corales, coladas e impresionantes columnas.

Al llegar a la sala grande se planteó hacer dos grupos, cada uno de ellos liderado por uno de los técnicos de la actividad. Mientras el primero de ellos, compuesto por seis personas, decidió permanecer en la gran sala, el segundo grupo se adentró hasta la parte final de la cueva a través de estrechos y encajonados pasos.

Lo que pudimos observar a partir de ahí fue una auténtica maravilla. Cada pequeño paso daba acceso a una preciosa sala absolutamente colmada de formaciones y espeleotemas. Dos pequeñas salas brillantes y coloridas en las que disfrutamos, entre risas y un sin fin de fotos, de centenares de estalactitas, imponentes columnas, preciosos corales y un gour colgado inundado sobre cuya agua se reflejaba la majestuosidad del entorno.

Más de una hora y de decenas de repeticiones y llamadas de atención le costó a Carlos Munuera sacarnos de allí. Mientras, los compañeros del otro grupo nos esperaban a la sombra de los árboles junto a la boca de la Matea.

No podemos más que agradecer a Carlos el habernos brindado la oportunidad de contemplar semejante maravilla.

La actividad concluyó, para variar, entre risas y cervezas en el mismo bar donde había dado comienzo.

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